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viernes, 8 de junio de 2018

Sandrine Tiller

Grafica de TinySpark.org 2016

¡SE HACE CAMINO AL ANDAR!
     Recientemente tuvimos oportunidad de conocer a una incansable corredora de Mundos. Hablamos de Sandrine Tiller, nacida en Francia pero, con nacionalidad inglesa. Destacada estudiante y gran travesía, puesto que, vivió varios años en Suiza, gran parte de su niñez en Alemania y culminó estudios superiores en Estados Unidos, en la Universidad de Baltimore, donde obtuvo la Licenciatura en Literatura e Historia del Arte. A través de intercambios culturales entre Universidades Norteamericanas y del Perú, tuvo oportunidad de residenciarse por algunos años en este último país, pasando luego a Chile y Brasil, los cuales, recorrió con una mochila en la espalda.

      Gracias a sus altas calificaciones, una institución de Estados Unidos, le concedió una beca. Esto, con el objeto de que desarrollase un proyecto internacional independiente, creativo y personal. Tiller, opto por escribir un libro de cuentos: ficciones sobre las influencias extranjeras y nacionales en comunidades indígenas; como también, el proceso cultural que se daba en esas regiones aisladas. Y mientras escribía, se integró al equipo de apoyo del Segundo Encuentro de niños Criollos e Indígenas celebrado el pasado mes de diciembre en el Amazonas. Actividad que fue organizada por la promoción Socio Cultural “Churuata”. 

      En su paso por tierras trujillanas, conoció manifestaciones de la tradición popular en la zona baja del distrito Rafael Rangel. Durante algunos días, convivió en comunidades valeranas. Aprovechando su estadía en nuestra región, Sandrine Tiller, dejó para Crónicas Culturales, el siguiente relato:

       Llegué a Venezuela, en octubre del año pasado. De Caracas viajé al Alto Orinoco con la finalidad de visitar misiones y pueblos donde trabajaran antropólogos. Por pura casualidad de la vida, me encontré con miembros del equipo de apoyo encargado de la organización del Segundo Encuentro Nacional de Niños Criollos e Indígenas que se realizó entre el 8 al 16 de diciembre de 1968 en el Amazonas; el equipo me acepto y me uní a ellos para trabajar a tiempo completo. Durante dos meses y medio viví una experiencia impresionante. El nivel de organización del equipo de trabajo fue extraordinario, siempre se hizo presente el respeto hacia mi persona y a las comunidades indígenas. 

       El aprendizaje fue maravilloso. Lo más importante del trabajo es que no se imponía nada, sino que era algo que se estaba haciendo en el colectivo, en conjunto con la comunidad hacia este proyecto que no se hizo esperar. Verdaderamente no hay palabras para manifestar ese apoyo recibido. 

      En el encuentro conocí a promotores y niños de todo el país. La experiencia marcó la vida de quienes allí estábamos. En el Amazonas niños de la ciudad que nunca habían conocido la pesca allí tuvieron la oportunidad de hacerlo. Comunidades indígenas que viven a dos kilómetros de distancia se encontraron por primera vez. Hombres, mujeres, jóvenes y niños se hicieron presentes con sus cantos, bailes. Guajiros, Guaroas y Wayuu intercambiaron danzas con criollos de diversas regiones de Venezuela.

Gráfica de Healthpad.net

      En los pueblos, en la gente más marginada y con menos recursos económicos he visto cómo se va produciendo un trabajo digno, rico y ejemplar. La Federación de Centros Culturales del estado Trujillo por ejemplo, cuenta con gente laboriosa, la mayoría sin ningún tipo de sueldo y tienen una dedicación y ánimo que hacen mover la cultura de su pueblo. Ya en el encuentro de niños me habían hablado de esta Federación y del trabajo fuerte y perseverante que están haciendo y que (está llegando) a los más apartados y pequeños pueblos olvidados en cuanto a desarrollo cultural se refiere. 

     En los países donde he vivido no he visto ni conocido un proceso cultural que se parezca al que se está dando en Venezuela. En Estados Unidos y Europa la cultura popular tiene fuerza local pero no está articulado nacionalmente. A la vez que está muy contaminada por el comercio, que ha desviado las raíces del hecho cultural. 

     En lo que respecta a otros países, poco se toma en cuenta a las comunidades, para que estas decidan, opinen y participen en forma directa sobre lo que deben hacerse en el campo de la cultura popular. 

      En el Perú, el pueblo no ha llegado al auto-reconocimiento que se está dando en Venezuela. Allá las actividades culturales están en un nivel extremadamente local, no hay relación entre las comunidades así estas vivan cerca, allí, cada quien anda por su lado. La excepción son los indígenas que si tienen un alto grado de valorización. 

      Existe un racismo muy fuerte y profundo. La gente que hace trabajo artesanal y cultural no recibe ningún apoyo por parte del Estado. A pesar del gran potencial artesanal que existe en el seno del pueblo este no ha sido valorizado. 

      Finalmente quiero manifestar que la esencia del trabajo popular que se está llevando a cabo en Venezuela es impresionante. El nivel de dedicación y sacrificio personal tanto de las comunidades como la de los promotores es sencillamente maravilloso, esto es lo que mueve las cosas. La fe, la alegría y la vocación de servirle a la gente es lo que hace crecer y vivir el proceso cultural venezolano. 

     Yo venía por tres meses a Venezuela y me voy a quedar un año más. La receptividad del venezolano es extraordinaria. Hace pocos días visité al pueblo de Timotes para conocer las festividades tradicionales y regionales que allí se dan. La gente es maravillosa, servicial, atenta. Todavía mantienen valores que en otras partes se han perdido. 

     Uno llega a una casa de familia en Europa y no se le da la misma acogida al visitante como en Venezuela. Aquí la gente es más calurosa. Lo poco que tienen lo comparten, por muy pobres que sean. Nos han brindado una hospitalidad que difícilmente se podrá borrar de nuestras memorias. 

Fuente: DiarioElTiempo/1989/AlfredoMatheus

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