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domingo, 15 de julio de 2018

“El Diablo se devolvió”

En Escuque cuando no existía alumbrado público, 
los espantos hacían fiestas en la imaginación colectiva
Gráfica de DiarioUno.pe

      La devoción al Niño Jesús de Escuque, se celebra el 14 de enero de cada año. Los abuelos a finales del siglo 19 expresaban: “nuestro Niño Jesús es tan poderoso; que el mismo diablo no pasa del sector “El Colorado”. Tiempos aquellos, donde los vecinos regalaban huevos criollos a las familias más pobres. Cuando un paisano transitaba por algún solitario camino y encontraba una cruz, manifestación, de que allí, algún infortunado había tenido su último respiro; agarraba algunas piedras, las lanzaba a la pequeña cruz, le prendía una vela. Al caminante no le “picaba ni coco”, el anima del difunto lo protegía...

ESCUQUE DE AYER
       Al momento de torrenciales lluvias, los campesinos quemaban palma bendita para calmar la furia de la naturaleza. Al contrario, si había gran sequía, se ofrecía promesas a San Isidro Labrador. Si a los niños le crecía la barriga de tanto comer tierra, se buscaba los servicios del curandero: daba de tomar a la criatura eficientes purgantes, poniendo el barrigón en su santo lugar y problema solucionado.

EL PADRE MONSALVE
       Al acercarse el 14 de enero, como olvidar al Padre Monsalve. En aquellos días “agarraba mangos bajitos”. Los labriegos desesperados por la sequía, sacaban en romería por caseríos y aldeas la imagen del Niño Jesús. Las familias colaboraban con algún dinero, otros, obsequiaban al cura; gallinas, pavos y bultos de café. El sacerdote regresaba a Escuque; sumamente cansado, pero “buchón”, mientras la gente de los campos esperaba ansiosa la llegada de “El bendito palo de agua”.

NO HABÍA LLEGADO LA LUZ
        Ni existía alumbrado público, los fantasmas hacían fiestas en la imaginación colectiva. Después de las 12 de la noche los parroquianos se encerraban en sus casas a rezar el Padre Nuestro, desde el mismo momento que se escuchaban los casquillos de briosos caballos. Al tiempo, la paz retornó a la Tierra de Nubes cuando descubrieron que el fulano espíritu en pena, no existía; eran cuentos de caminos. El temido espanto era un escuqueño de carne y hueso que salía en noches de oscurana a encontrarse con su “endemoniado amor prohibido”, una agraciada escuqueña que aprovechaba la ausencia del marido para dar rienda suelta a sus “locuras lujuriosas” de sexo desbocado...

Y LLORARON LOS PERROS
      Hace 85 años en Escuque “la cosa se puso fea”. La banda musical recorría al pueblo anunciando que el 14 de enero estaba cerca para la celebración del día del Niño Jesús. Detrás de la banda caminaba lleno de regocijo el General Daboín, deleitándose con sabrosos pasos dobles que daban ganas de bailarlos con una quinceañera. En ese momento de jolgorio, se le acercó un tipo mal encarado, le colocó un arma en el oído al general, y ¡zúas! le descargó un solo plomazo mandándolo sin retorno al pueblo de “los acostados”.

       Dicen los cronistas de la época que hasta el Presidente Juan Vicente Gómez lloró la muerte de tan querido militar. Las gallinas formaron un alboroto nunca visto, al mismo tiempo que se desataba un soberano “palo de agua” en todo el poblado. Los perros aullaban en forma extraña... Las fiestas se tiñeron de color negro-tristeza. La venganza fue bárbara: mujeres violadas, hogares destruidos, hombres asesinados. Fueron momentos de verdadero terror...

Fuente: DiarioElTiempo/2016/AlfredoMatheus

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