Gráfica de www.google.com
Luego de finalizado el proceso electoral del pasado 7 de octubre, muchas son las personas que les acompaña cierta carga de tristeza, impotencia y malestar, porque el candidato de su preferencia no resultó ganador. Si no trabajamos a tiempo estos pensamientos y sentimientos de derrota y desesperanza puede llevar al individuo a estados depresivos. Tenemos que internalizar en nuestra mente que todo en la vida pasa, nada es eterno. Igualmente comprender y aceptar la realidad, de lo contrario, vamos a construir un verdadero mounstro de sufrimiento que a la larga nos va a traer más dolor.
Aprender a vivir
Tenemos que poner los pies en la tierra, aterrizar, hay situaciones en la vida diaria que tenemos que aceptar en lo más profundo de nuestra alma, ¿cómo sabemos si hemos aceptado algo? Cuando recordamos un suceso y no nos causa sufrimiento. Nos cuesta salir de determinada situación porque nos ponemos etiquetas: “No puedo con esto”. “No soy suficiente”.
El factor clave para salir de cualquier malestar emocional es reconocer que somos nosotros mismos con nuestra forma de pensar quienes creamos la mayor parte de las dificultades que confrontamos. Solo nosotros tenemos la sagrada responsabilidad de cambiar las cosas. Aprender a vivir con nuestras realidades, nuestro bienestar vale mucho, es algo más que sagrado.
Un cheque cancelado
Lo que pasó, ya pasó, es un cheque cancelado. No podemos atormentarnos pensando en que ayer, haya sucedido lo que haya sucedido. Las elecciones pasaron, ahora lo más importante eres tú, lo más trascendental es tu salud emocional, absolutamente nada puede estar por encima de tu paz y tu bienestar.
La persona optimista no es la que vive en “otro mundo”, lo que pasa es que el optimista evalúa los aspectos negativos de determinada situación con una visión positiva, pensando en vivir el presente lo mejor que se pueda y mejorar lo que se pueda.
La persona optimista no es la que vive en “otro mundo”, lo que pasa es que el optimista evalúa los aspectos negativos de determinada situación con una visión positiva, pensando en vivir el presente lo mejor que se pueda y mejorar lo que se pueda.
Al contrario, el pesimista, el que se siente derrotado, dramatiza su “malestar”, vive en una eterna “quejadera”, no evalúa lo que está viviendo, y no lo hace desde un punto de vista positivo simplemente porque no lo ve, o viéndolo no lo acepta; imagínese como será ese estado de perturbación emocional. El pesimista vive fuera de la realidad, ya que todo lo ve negativo, y lo que es peor se enferma por culpa de esa actitud.
Fuente: DiarioElTiempo/2012/AlfredoMatehus
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