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El venidero 02 de noviembre se conmemora el día de los muertos. Hace 50 años, eran comunes los dichos populares en relación con la muerte. A través del humor se recordaba al que había partido al otro mundo. En la casa donde velaba al difunto se compartían horas y horas de sabrosa anécdotas y chistes relacionados a la famosa muerte.
• Cuando algún vecino moría, el comentario general era: “A rigor, el viejo Antonio, estiró la pata” se marchó al pueblo de los acostados (cementerio).
• El borracho del barrio llegaba en silencio a la casa donde estaban velado a quien se había marchado al más allá, observaba con detenimiento la cara del muerto dentro de la urna, respiraba profundo y decía: “Lo que es la vida; el compadre se nos adelantó, que más le vamos a hacer”.
• Si moría alguien que le había echado bromas a la gente con sus fechorías y lo mataba el gobierno, la expresión colectiva: “el que mata a hierro, no puede morir a sombrerazos”.
• Si la esposa estaba cansada de las borracheras del marido y amenazaba con marcharse de la casa, el borrachín exclama: “primero pasa sobre mi cadáver, antes de que usted huya de mi dulce hogar”.
• “El muerto y el arrimado a los tres días hiede”, se usaba mucho para referirse al familiar lejano que llegaba a casa con la idea de quedarse viviendo allí.
• Si el valerano en algunos momentos estaba “pelando y no era mandarinas”, con mucha estrechez económica, se resumía así: “lo que mata no es la muerte, si no la mala suerte”.
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• Al que hablaba mucho, algo parecido a los gobernantes de ahora, la sentencia del pueblo: “el pez muere por la boca”.
• Para referirse a las suegras que eran muy bravas de carácter, el yerno lo hacía de esta manera: “quiero morir e tu veneno”.
• Un piropo inolvidable: “Mátame con tus besos”.
• Monseñor Cardozo, en la iglesia San José para tranquilizar a la viuda que lloraba desesperadamente la pérdida del marido, el cura le recordaba: “Tranquila mujer; para morir nacemos”.
• Los médicos para darle ánimos a sus pacientes siempre les recordaba “no se me asuste, lo que no mata; engorda”.
• En los barrios no faltaba un borracho “Aguajero” que gritaba en momentos de una pelea callejera: “Agárralo, por que si no, lo mato”.
• Algunos trujillanos que se la daban de encopetados porque estaban en el gobierno, la gente le recordaba: “usted se la da de gran cosa y no tiene donde caer muerto”.
Fuente: DiarioElTiempo/2017/AlfredoMatheus
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