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sábado, 11 de agosto de 2018

Escuque. Tiempo atrás

Escuque. Fotografía de Filippo Bilotti tomada en el año 2013

       Con el Escuque de antier, se fueron aquellos inolvidables pasos-dobles que ponían a bailar a los “mirones”, en el momento en que la banda municipal recorría el pueblo anunciando las fiestas al Niño Jesús. La comarca era un gran espectáculo de ilusiones: juegos de baraja en la plaza para quien buscaba la buena suerte, el aguardiente para los pobres y el whisky para los ricachones. La venta de fritangas al aire libre daba un ambiente carnavalesco a los festejos.

El Día Que Escuque Comió Carne de Perro
       Hace 40 años, en Valera, los parroquianos quedaron más que asombrados porque habían desaparecido los perros callejeros. La gente decía "Carajo, al fin se puso las pilas el Presidente del Concejo Municipal por recoger esos inofensivos canes, llevándolos para un lugar donde les darán cobijo".

       Días después de finalizar las fiestas de Escuque, en la vía a Sabana Libre, encontraron las cabezas de muchos de estos animales. Esos festejos pasaron a la historia, porque todo un pueblo había degustado la sabrosa carne de perro con sabor a cochinito frito, los pinchos fueron elaborados por un experto maestro de cocina, que al pasar el tiempo, moriría en un lamentable accidente de tránsito.

Pacto con el diablo
       Con el  Escuque de antier, se fueron los artistas de calle que hacían reír a la gente a mandíbula suelta, magos que sacaban palomas de un negro sombrero mientras los abuelos manifestaban: “esos muérganos tienen pacto con el mismo diablo”. De lejanos pueblos llegaban a la “Tierra de nubes” pequeños comerciantes que vendían un mágico aceite que haría crecer el pelo a los calvos, milagrosas gotas que curaban el reumatismo para que los “tullidos” volvieran a “bailar en una pata”, pomadas para las varices y ungüentos que quitaban el dolor de muelas.

       La comarca se convulsionaba, el bullicio era general, en aquel entonces se conseguía de todo, no como ahora; no hay ni papel. En los tiempos de antes, hasta los más pobres vestían ropa  nueva para ir a pasearse por la plaza Bolívar y ver que muchachas levantaban.

No volverán
       Las fiestas del Niño Jesús de Escuque, los circos y los trapecistas que le ponían la “piel de gallina” a la gente, del susto, no serán como antes. Las personas, del asombro, gritaban: “se mató”. Se fue para no volver y los carruseles con sus caballitos de madera que hacían gozar de risa a niños y viejos.

       También se fueron al “más allá” las mujeres de la “vida alegre” que llegaban a Escuque, no a rezarle al Niño Jesús para lavar sus pecados o pagar promesa por un favor concedido, sino a ejercer con todas las de la ley el oficio más viejo del mundo: la prostitución; a cambio de buen dinero obsequiaban a los hombres: algunas horas de loca lujuria. Igualmente, se fueron los venezolanos que pagaban promesa arrastrándose de rodillas por empinadas calles como agradecimiento por algún milagro del Niño Jesús.

Locuras de sacerdote
       Con el Escuque de ayer se fueron las “Locuras del Padre Monsalve”, el cura más alegre que ha conocido esta tierra, jamás se perdía una corrida de toros en erguidas calles, echador de bromas como él solo. Los feligreses lo querían con tanto fervor que le perdonaban cuando se las daba de "Loco", por andar siempre apertrechado de fuegos artificiales que hacía estallar al momento que se escuchaba una enorme carcajada. 

Toros callejeros
      Finalmente, terminamos esta sabrosa crónica escuqueña, recordando las famosas corridas de toros. Pobres y ricos compartían en pie de igualdad, se montaban en los techos de las viviendas para ver de cerca quien sería el primer trujillano al que “Cogería el toro” por los cuernos. El torero “Chuy” Manzanilla lo ovacionaban con grandes gritos de “Ole”, porque jamás un toro lo llegó a cornear; su secreto fue el untarse -en el cuerpo- manteca de tigre con el fin de causarle terror al animal.

        Ese fue el Escuque que se marchó; para jamás volver.

Fuente: DiarioElTiempo/2017/AlfredoMatheus

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