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En 1950, en pleno gobierno de los “Cochinitos”, centenares de jóvenes valeranos salían en horas de la madrugada en bicicleta, haciendo sonar sus bocinas, despertando al vecindario con el grito de "Llego Navidad". En el Sector las Delicias, cerca de la iglesia San José, se organizaban las misas de aguinaldo más bullosa y de mayor algarabía que haya conocido la ciudad. A la muchachada se le obsequiaba piñatas de barro que contenían dinero y una que otra sorpresa: avispas mataperros que hicieron correr más de uno, así como caramelos con sabor a ají chirere.
JUEGOS Y MÁS JUEGOS
En los días decembrinos de aquella Valera llena de paz y tranquilidad se destacaban juegos como el “híncate cotín”. A las personas se le gritaban: “híncate cotín”, si no lo hacía de inmediato, no iba pa’l baile.
¡Dar y recibir! Una mujer y un hombre apostaban cualquier cualquier cosa que le acompañara; un lapicero, reloj, pulsera, si alguno de los dos recibían como obsequio, ¡Chao, pescado! Perdía.
En sectores populares de las comarcas los juegos tradicionales se vestían de fiestas: palo encebado, huevos en cucharas, carrera de sacos. El popular “culebro” de la comunidad de la Ciénaga era uno de los más entusiasta organizadores de estos festejos populares. La fiesta de los choferes fue más que famosa, en horas de las noches era la gran caravana, ese día los valeranos de a pie podía embarcase en cualquier vehículo y disfrutar del paseo que recorría toda la ciudad.
La Navidad de aquella Valera que se fue, eran los estrenos de pobres y ricos, se compartían en comunidad. Los hombres se bañaban con perfume “tabú” cuya fragancia se deja sentir a lo lejos, mientras las muchachas lo hacían con talco “sonrisa”. En aquellos días días navideños la barbería del maestro Nolberto se llenaban hasta las banderas. Ubicada a media cuadra de la Plaza San Pedro, los parroquianos hacían cola, porque Nolberto era el único barbero en el estado Trujillo, que para la época aplicaba el corte cepillo a punta de tijera.
En la década de los años 50, en el siglo pasado, los valeranos se llenaron de tristeza por los días navideños, un voraz incendio acabo con la “Casa Múltiple”. Estaba ubicada en la Av. 10 con calle 9, allí se conseguía de todo, fue la casa comercial más famosa de todo Trujillo, lo que allí no encontraba el comprador no lo buscaba en ninguna otra parte porque era tiempo perdido.
¡Bebidas espirituosas! Se preparaban en casa, las mujeres eran una artista elaborando la popular mistela: llevaba panela, se le agregaba dos litros de licor claro, nuez moscada, anís dulce, anís estrellado, se batía hasta quedar como un melado. La mistela igualmente se utilizaba para limpiar la matriz de las mujeres y evitar resfriados.
El trujillano estrenaba guayaberas “Tu Sol”. La mayoría de hombres usaban ropa Kaki. En los campos sacrificaban ovejas para que las costureras elaboran chaquetas de cuero. La Navidad que se fue, eran las docenas de tuzas (mazorcas de jojotos), que las familias ubicaban en los baños para que la gente se limpiara el que te conté.
Algunos precios de alimentos en los días navideños en el año 1950, eran los siguientes:
-El Kilo de cochino 1,50
-Una gallina gorda 3 reales
-Panela: una locha
-Un par de cotizas un bolívar
-Un litro de leche 0,50
-12 huevos 0,50
El 24 de diciembre se le cantaba el Niño Jesús, se escuchaban decimas de alabanzas al hijo de Dios. El “Ave María” retumbaba en las casas y vecindarios. El 31 de diciembre se colocaba la imagen del Niño era un palo blanco, acompañado de músicos y vecinos, se sacaban las imágenes a recorrer las calles en alegre romería.
El último día del año las fugas amorosas estaban a la orden del día. Las parejas de enamorados aprovechaban el frío decembrino y la algarabía colectiva que producía Navidad para marcharse de sus casas y comenzar a construir una vida nueva, al año regresaban a casa para que la familia conociera el vástago que nació a los nueve meses de la escapada decembrina.
Fuente: DiarioElTiempo/2002/AlfredoMatheus
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