Gráfica de Diariolasamericas.com
Los habitantes de “Barrio Ajuro”, hoy El Milagro hace 52 años, cansados de la demagogia oficial, marchan hasta el Consejo Municipal para exigir la colocación de fuentes de agua potable, nadie da la cara, el presidente del ayuntamiento escapa por la parte de atrás del palacio municipal, esto enardece a quienes protestan, la turba se dirige a la casa del Dr. Valecillos en el sector Las Acacias, entraron, como no encontraron a nadie, acabaron con el mobiliario de la residencia, eso sí; no se llevaron ni un lapicero.
Ante la grave situación a las once de la noche, se presenta el gobernador del estado con todo un ejército de soldados en “Barrio Ajuro” todo es confusión el gobernador adeco Briceño Linares, da la orden a los militares de atacar sin piedad alguna, comienzan a disparar a diestra y siniestra, la gente corre desesperada, unos caían por el terror que les acompañaba otros se tropezaban en la carrera, las madres con los niños en brazos imploraban clemencia, luego se conoció que las balas eran de salva, pero, el daño ya estaba hecho.
Los cuerpos represivos de la época que tienen al dirigente José de la Rosa Vásquez, otros líderes solicitados escapan hacia Cúcuta (Colombia) mientras tanto el Dr. Aníbal Pacheco, asume la defensa de los detenidos. Los milagrenses demostraron una vez más su “alma solidaria”, costearon los gastos de la defensa, cada vecino aportó un bolívar, se recogió la cantidad de veinte mil bolívares, que se cancelaron como honorarios profesionales al abogado Pacheco. Las protestas de calle continuaron, las autoridades solicitan al jefe del cuerpo de bomberos Ramón Mendoza, hoy comandante retirado, que enviara camiones cisternas para que le echara agua a quienes protestaban, el comandante Mendoza, declaró a través del diario “El Tiempo”, que el cuerpo de bomberos no era institución creada para reprimir al pueblo sino para apagar incendios y llevar agua a las comunidades, que, él jamás se prestaría para tamaña injusticia.
Con el agua al cuello
La falta de agua en los terrenos invadidos es más que desesperante, se realiza una gran asamblea popular, el dirigente Ramírez Plaza, expresa que posee un equipo de soldadura, hace un llamado a todos los que tengan en sus casas tarrajas, tubos, codos y niples que los traigan, luego, se van en cayapa a romper las tuberías de la municipalidad, hacen las conexiones necesarias y llevan agua a cada casa del sector uno “Barrio Ajuro”. A las doce de la noche todavía la gente hacia el trabajo de tuberías, se presenta un piquete policial para detener el dirigente Ramírez Plaza, el comandante de la policía pregunta: ¿Con permiso de quién rompieron la tubería?, todos en una sola voz exclamaron: “Con el permiso del pueblo”, y más rápido de lo que espabila un ciego, sacaron a la policía “a punta de piedra”.
La cayapa los salvó
La gente terminó felizmente de instalar el agua potable a través de la popular cayapa, luego, vendría la instalación de las cloacas, con la colaboración desinteresada de algunos ingenieros valeranos que se acercaron a colaborar, mientras tanto, Polonia de Villareal, Ana y Carmen Marín, Grecia González, Emperatriz Briceño y María de Paredes, preparaban grandes hoyas de sancocho para quienes trabajaban, así se construyeron las cloacas del sector uno, lo que dio pie para que la comunidad años más tarde continuara con los trabajos en el resto del barrio.
La comunidad a fuerza de lucha y sacrificio va progresando, se da la tarea de crear un dispensario, se presentan centenares de voluntarios que sudaban la gota gorda hasta horas de la noche, en tiempo record se levantó el centro de salud. El señor Gilberto Villegas, conductor de la ambulancia del Ministerio de Obras Públicas (hoy Minfra), consigue una cama médica, una camilla, sillas de rueda, armarios, los médicos amigos comienzan a regalar medicamentos. Varios galenos se presentan para brindar servicios sin cobrar un centavo, entre ellos: El Dr. Ramón. Dr. Sixto Méndez León. Dr. Domínguez Uriel, entre otros.
La enfermera Aura de Torres (madre del músico Oswaldo Torres “poco pelo”) al salir de su trabajo en el Hospital Central de Valera, se dirige al dispensario para brindar servicio a la comunidad, los hacía de forma voluntaria, no cobraba ni un bolivariano. Estas son las grandes enseñanzas de “Barrio Ajuro”.
Fuente: DiarioElTiempo/2010/AlfredoMatheus
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