Parque Los Ilustres. Valera, estado Trujillo.
Gráfica de iamvenezuela.com
- En mis años de muchacho, tenía como compañeros de clase a dos hermanos de apellido Suárez. Mi amigo el “melcocha”, en una oportunidad desafió a pelear a puño limpio a uno de ellos; llamado Rafael. La trifulca se realizó al final de la avenida diez con calle 14, frente a la bodega “Los viejitos”. ”Melcocha” sobresalía por mal estudiante pero era el mejor bailarín de las fiestas en la casa de Copei. La pelea dio inicio y “Melcocha” parecía ganador absoluto cuando, en un descuido, el mozalbete de Rafael le pegó un gancho al hígado y otro en la mandíbula. Desde ese momento “melcochita” comenzó a llevar más coñazos que “pocillo de loco”.
Otro jovenzuelo de La Ciénaga, el popular “pata e’ loro”, se metió a defender a “melcocha”, recibiendo un soberano golpe en la pata de la oreja que lo dejó “turuleco”. Los presentes observando aquella “paliza” que estaban recibiendo intervinieron para acabar con el altercado. Al llegar al barrio, el “melcocha” tenía los ojos como “culo e burra”, mientras que al “pata e' loro” le dejaron la boca como “morcilla mal amarrada”.
CORRE ABUELO, CORRE
La muchachas de La Ciénaga se bañaban en las frías aguas de la Quebrada de Escuque, cerca de un curtidero de pieles. Había que estar vigilante porque en el lugar vivía el famoso “Loco Sabino”. Si alguien se estaba bañando y por descuidado se dejaba agarrar por Sabino, era seguro que lo violaba. Una tarde, mientras nos dábamos un baño, el “mono chuco” dio la voz de alarma avisándonos que se acercaba “el loco”. Todos recogimos la ropa, menos “el abuelo” Conrado quien no pudo alcanzar las cotizas que colgaban de una mata de tártago.
Los demás corrimos por entre los matorrales que llegaban hasta los Bambúes, en tanto que “el abuelo” tenía que decidir entre perder las cotizas o “la virginidad”. Se decidió por llegar descalzo a su casa. Quienes lo esperábamos en el puente de Los Bambúes le gritábamos: corré abuelo, corré abuelo que te “coge” Sabino.
EL REZANDERO DEL BARRIO
Se celebraba un velorio en el pasaje 14 de La Ciénaga. Entre las asistentes al rezo había una dama llamada Paz, el rezandero era un viejo llamado Ramón a quien cariñosamente le decían “Mano mon”. Comenzó el rezo, al terminar el primer misterio dijo: y brille para ella la luz perpetua, “descanse en paz”. Antes que los presentes respondieran amén, la mujer de nombre Paz, le gritó a “Mano mon”: su madre es la que va a descansar en paz… Después de tranquilizar a la dama continuaron los rezos y “Mano mon” repitió ¡Descanse en paz!, la muchacha se levantó de su asiento y le dijo: ¿Y es que este guaro viejo va a seguir con el chalequeo? Enseguida se le fue encima y lo agarró por “el pescuezo”, pasando el viejo el susto de su vida.
Minutos después “Mano mon” se le acercó a la mujer y le manifestó: “cálmese hija, tome las cosas con calma, vamos todos a rezar en santa paz”. A la dama se le metió de nuevo “el diablo” y se le fue encima, le arrancó el rosario de sus manos; el rezandero salió corriendo hasta lograr meterse en la bodega de Víctor Romero donde se resguardó de las “sacadas de madre” de la iracunda mujer.
De la Valera que se fue
De la Valera que se fue
“De mis disparates de juventud,
Lo que da más pena,
no es el haberlos cometido;
Sino el no poder volver a cometerlos”
(Teófilo Maldonado)
Fuente: DiairoElTiempo/2016/AlfredoMatheus
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