viernes, 28 de septiembre de 2018

Valera y su reina del mondongo

Gráfica de recetas-delpacifico.blogspot.com

      La felicidad no existe, dicen algunos eternos pesimistas, claro que existe. Con nuestra actitud positiva o negativa convertimos nuestra vida en regocijo o en un eterno sufrimiento. Se los digo porque me he gozado por todo lo alto los mejores momentos en mi querida Valera: llegar al restaurante de Edicta Mora en el sector Santo Domingo nos llenaba de la más grande alegría cuando empezábamos a disfrutar el más sabroso mondongo que hayamos degustado.

       Creo que en Trujillo, nadie llegó a preparar tan apetitoso plato como lo hacía nuestra amiga Edicta. Hace 35 años, tuve la dicha de hacerle una de las primeras crónicas de vida culinaria. Fue una incansable mujer que levantó una honorable familia a fuerza de trabajo. Esta valerana tiene el mérito de haberle dado de comer a los centenares de trujillanos que intervinieron en la construcción del hospital “Pedro Emilio Carrillo” en la ciudad de Valera en  la década de los 50.

        De humilde ama de casa su fama traspasó tierras trujillanas. Grandes personajes fueron a “meter los pies debajo de la mesa”  espacioso y acogedor comedor en el barrio Santo Domingo: Carlos Andrés Pérez, Rafael Calderas, Teodoro Pekkof, el cantante Alfredo Sadel, el recordado Alí Primera, el laureado escritor Adriano González León, entre otros.

La Doña de las Arepas
       Carmencita, la mía me la da con hígado. Doña Carmen, me vende diez para llevar, con queso y mortadela.  El negocio estaba ubicado en la calle 14 con Av. 16, diagonal al cine Delicias. Las arepas de la señora Carmen, sencillamente eran “para chuparse los dedos”, jamás la comarca volvió a disfrutar de unas arepas como las que preparaba esta valerana de alma y corazón. 

       Cuando llegaba Alirio al restaurante con sus 160 kilos de peso y unas cervecitas encima Carmencita: “Ay, Dios mío, llegó mi nene, se olvidaba de los clientes y comenzaba a prepararle una suculenta espaguetada, ante la mirada de envidia de los presentes por tan apetitosa comida.

Comadronas valeranas
       Hace 60 años, todavía en nuestra urbe los niños que venían al mundo, eran atendidos por eficientes comadronas a quienes jamás se les moría un niño. Este cronista lo trajo a ver la luz, la famosa partera “Rosalía”. Me decía mi madre Josefa, que a la hora del parto; la “comadrona” le daba de tomar té de manzanilla, a la hora del nacimiento “Rosalía” daba un grito que se escuchaba en toda la casa (ya viene el muchacho); todo era algarabía porque el niño había nacido sanito. 

Fuente: DiarioElTiempo/2017/AlfredoMatheus

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