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¡Que vivan los personajes!
-El comerciante Sixto Pineda, quien murió millonario, en sus comienzos fue una persona muy pobre, trabajó como obrero en casa de su tío Ramón Pineda, era un excelente trabajador, fue muchos los bultos de papa que cargó sobre sus hombros.
-El señor Sixto Pineda, con la ayuda de su tío Ramón, se fue familiarizando con el mundo del comercio, llegó a conocer a profundidad como se “batía el cobre”, aprendizaje que terminó de compartir con el comerciante Víctor Hugo, conocido como el “El rey de la leche”, este tenía una casa de comercio frente a la Plaza San Pedro, allí se fue a vivir se fue a vivir Sixto Pineda, de ahí salía la leche que consumían los valeranos, el litro tenía un valor de un real (0,50 céntimos) y se vendía de casa en casa.
-El popular “chiricota” atendía un negocio de cachivaches cerca del Mercado viejo, lo que la gente no encontraba donde “chiricota”, no lo conseguía buscando, era tiempo perdido. Luis el “Gato” vendía cosas viejas, lo que hoy llaman chatarra. Pedro Urquiola era el príncipe de las arepas de hígado y el guarapo de panela, allí había de todo como en botica.
-En la Valera de ayer, “tutilimundi” andaba en cotizas. Las más famosas las elaboraba el señor Garzo, un artista de las cotizas, fue el primero en hacerlas bordadas.
Isnotú, pueblo natal del Dr. José Gregorio Hernandez
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Policías de cachucha
-Hace 68 años los policías más conocidos eran Hortencio Hernández, a quienes los muchachos le gritaban “cuchicuchi” por lo pequeño de estatura, Luis Balza era un “señor funcionario”, “Alma Grande” de apellido Reyes, no conocía el miedo, arrestaba al más guapo. Los policías usaban uniforme azul, un rolo de vero una soberana peinilla. El único para portar revolver era el prefecto. La Comandancia de Policía estaba ubicada donde hoy se encuentra la Alcaldía, era una vieja casona de bahareque.
Valeranos con piel de gallina
-En la década de los años 30 a los valeranos se les puso la piel de gallina, toda la ciudad andaba asustada, la comarca fue estremecida por un violento temblor que hizo salir a más de uno a la calle desnudo.
-Las viejitas se hincaban y rezaban en voz alta pidiendo al Todopoderoso perdón por los pecados, los curas tocaban las campanas, los animales formaron gran alboroto. Esa noche la ciudad no durmió, nadie “pegó el ojo”, pensando que el movimiento sísmico se podía volver a repetir.
-Algo extraño ocurrió 30 días antes del temblor de tierra: a la población de Carvajal, sector Campo Alegre, llegó una anciana, primera vez que la gente le miraba la cara, nadie la conocía, la mujer iba de casa en casa, exclamando: Recen, recen mucho. Se acercan grandes acontecimientos, la tierra se abrirá, encomienden el alma a Dios. La viejita así como llegó, así desapareció, nadie le paró. Algunos creían que estaba loca: a los 30 días se cumpliría la profecía de aquella señora de pelo blanco y camándula en mano.
Fuente: DiarioElTiempo/2005/AlfredoMatheus