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Nos encontramos entre los cinco estados venezolanos en donde más se suicida la gente. Hay campañas contra el dengue, la hepatitis, la fiebre amarilla, y por ningún lado nos topamos con acciones preventivas o programas de ayudas para brindarle una mano amiga a aquellos potenciales suicidas, muchos de ellos podrían haber salvados sus vidas, si en el momento preciso hubieran encontrado auxilio.
A través de este espacio de comunicación popular queremos compartir las enseñanzas de Polly Young, una de las más grandes psicoterapeutas que hayan conocido en la humanidad, quien nos habla de esperanza y transformación después del sufrimiento.
Sobre conflictos y tristezas
Dice Polly Young, “cuando era niña, en muchas ocasiones tuve que hacer frente yo sola a conflictos y tristezas, porque los adultos de mi entorno parecían incapaces de mantenerse unidos ante la presión de la pobreza, los enfrentamientos familiares y el miedo”. – como si psicóloga me he centrado en el estudio del desarrollo humano. Ahora me doy cuenta que haber pasado una infancia difícil me ha beneficiado, y que he tenido la suerte de contar con suficientes herramientas o recursos para transformar las posibles secuelas de estas dificultades pasadas en conocimientos personales y capacidad de acercamiento hacia los demás.
El sufrimiento nos ofrece sus “regalos”, en el sentido que nos da la oportunidad de entender las cosas, de ser compasivos, y de transformarnos como personas. La mayoría de nosotros necesitamos mucha ayuda y apoyo para cambiar nuestras vidas.
Saquemos provecho del dolor
Cuando era niña destaca Polly Young, me fastidiaba la idea de que en el fondo del sufrimiento se hallaban riquezas -la comprensión del sentido de las cosas y el conocimiento- imposibles de encontrar en ningún otro lugar. Buscaba siempre la guía de aquellos que habiendo sobrevivido a situaciones catastróficas habían sido capaces de sacar algún provecho de ellas.
Jamás olvido aquel sabio que manifestaba: “el destino no es lo que importa. Lo único que cuenta es lo que se hace a lo largo del camino; colocar la culpa fuera de uno mismo es una forma de evitar asumir nuestras responsabilidades acerca de las propias acciones y actitudes. Para vivir una existencia llena de libertad, salud y alegría, debemos ser compasivos, tolerante, muy tolerantes. El ciclo humano de nacer, crecer, envejecer y morir conlleva mucho dolor y ´perdidas. Si se comprende realmente una experiencia dolorosa, entonces es posible despertar a una nueva forma de darle sentido.
Gran parte de nuestro sufrimiento es consecuencia directa de nuestras propias creencias y actitudes que se reflejan en la forma de ver las cosas y de actuar. Es la misma gente la que genera infelicidad al odiar, despreciar y degradar su propia persona, su vida y a los demás.
Siempre me ha fascinado la forma en que la gente es capaz de resistir el sufrimiento y transfórmalo para obtener de él algo positivo. Me interesa la psicología de los menos favorecidos, me interés encontrar indicios de esperanzas para los pobres y los desamparados, los oprimidos y los maltratados.
Avanzar en las dificultades
La capacidad para crecer a partir de las dificultades manifiesta Polly Young, tiene sus raíces en muchos y diversos factores, pero sobre todo depende siempre de una cosa: de uno mismo, del propósito de la persona, de la posición que tiene ante que sucede. Cuando el sufrimiento adquiere un sentido que revela los misterios de la vida, tiene como resultado el fortalecimiento de la compasión, la gratitud, la alegría y la sabiduría. En cambio si el sufrimiento solo sirve para la venganza y el resentimiento entonces vacía a la persona de esperanza y amor, y la consecuencia es que la desdicha solo conduce a más desdicha, de este drama fui testigo durante mi infancia.
¿Qué hacer?
Si actualmente estas pasando por una situación dolorosa, fíjate únicamente en las dificultades en concreto y en cómo reaccionas. El siguiente paso es empezar a entender tales relaciones, porque así serás capaz de reducir tu sufrimiento y permitirás que se desarrolle el proceso de transformación.
Hay personas en situaciones dolorosas que se preguntan ¿por qué me pasa esto a mí?, o “pobre de mí”, lo anterior no son más que síntomas de sufrimiento. Estos sentimientos y pensamientos terminan en agitaciones y enojo. Es sorprendente, pero a menudo el sufrimiento en sí mismo es peor que el propio evento que lo originó. De acuerdo a lo que pienso y siento causa mucho más malestar que el propio malestar que lo originó.
Tenemos que darnos cuenta que uno mismo crea muchos de los problemas que le atormentan. Reconocer la existencia del sufrimiento, estar dispuesto a manifestarlo a otras personas es el primer paso para poder transformarlo positivamente. La actitud que se adopta ante el sufrimiento y el dolor marca la diferencia entre uno y otro caso. Si ante las dificultades de la vida, una persona es capaz de mantener la calma, reflexionar y ver la situación dentro de un contexto más amplio, entonces podrá encontrar el cielo –incluso en medio del caos más absoluto- pero si su reacción al miedo es agresiva o se derrumba ante el peligro, en este caso abrirá las puertas del infierno.
Cuidado con la desesperanza
Dice Polly Young, la desesperanza es la perdida de esperanza, de la fe y de la confianza. Cuando se lleva al extremo, a veces termina en suicidio. El desespero proviene del resentimiento, o conduce a él. El resentimiento es la amargura que surge cuando nos sentimos heridos respectivamente.
Si no entendemos que somos nosotros mismos quienes creamos gran parte de las dificultades, vamos moral y espiritualmente al caos, a la deriva. Somos herederos de nuestras acciones.
Fuente: DiarioElTiempo/2008/AlfredoMatheus
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