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Tres valeranos, amigos de toda la vida, entregaron su alma al creador en los últimos días: el pintor Ángel Montillana, Ramón Briceño Cherubini y el cronista popular Nelson Díaz Ángel, calificado como uno de los grandes artistas de la plástica trujillana irreverente en su mundo creador, se destacó por su inagotable obra humana. Hizo historia en tierras venezolanas, centenares de sus amigos; exhiben en sus casas las pinturas de este merideño de nacimiento y trujillano de corazón que, un día llegó a Valera para sembrarse en su terruño se fue el pintor, queda su obra para la posteridad. Su imagen de poeta, de artista, de creador, jamás se borrará en quienes tuvimos la dicha de conocerlo.
Ramón Briceño Cherubini
Eterno enamorado de la historia, hace 30 años lo conocí por esas calles, se destacó por ese espíritu incansable para investigación de nuestro pasado de luchas y desvelos. Traía a nuestra memoria personajes que se embraguetaron por construir una patria justa. Escritor de fina pluma, narró parte de nuestra historia trujillana. Su gran preocupación era sensibilizar a nuestros educadores en relación a la defensa del Acervo Histórico Nacional. Luchó a brazo partido por la cultura regional Al lado de la recordada educadora Aura Salas Pizani, construyó hermosos proyectos socioculturales para nuestra comarca.
Nelson Díaz
Qué alegría se apoderaba de su ser, cada oportunidad que hablaba de sus vivencias de la Valera de ayer. Su memoria era más que envidiable. Era un verdadero cronista, sin título, poco le importaba, lo más trascendental era compartir con sus amigos las experiencias de la comarca que tuvo el regocijo de conocer, compartir y gozar fue un consecuente bohemio hasta el día de su muerte. Denunció cuanta injusticia ocurría en nuestro Estado. Conoció la historia de la urbe valerana de los últimos 60 años. Lástima que a nadie se le ocurrió escribir un libro sobre él, porque Nelson, era toda una enciclopedia de conocimiento sobre la historia local.
Qué difícil es decir adiós
Ángel, ya no plasmará en hermosos lienzos su obra pintoresca de tal calidad que traspasó nuestras fronteras. Ramón, no escribirá con finas plumas, los hechos más relevantes de nuestra historia que, nos trasladaba a un ayer de valientes remembranzas Nelson, no seguirá compartiendo sus inolvidables anécdotas de aquella Valera bonita que se fue para no volver. Se marcharon sabrosas conversas que nos deleitaban de lo divino de esta comarca de los siete cerros.
Ellos eran la alegría, en estos tiempos en que la tristeza y la desesperanza quisieran ganarnos la batalla vivieron todo un apostolado de solidaridad humana, ya no recorrerán las calles de la ciudad en este eterno andar de búsqueda de la patria buena. Qué difícil es decir adiós: a quienes dejaron eternas huellas y como decía Vallejo: perdonen tanta tristeza junta.
Fuente: DiarioElTiempo/2013/AlfredoMatheus
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