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El 20 de Febrero del 2020, nuestra querida comarca valerana arribara a 200 años de haber sido erigida parroquia eclesiástica. Desde la Escuela de Liderazgo y Valores de la Universidad Valle del Momboy, y este espacio de comunicación popular, queremos contribuir con la difusión de todas aquellas anécdotas de la Valera humana.
Pelea con un gordito
De sus inolvidables anécdotas de aquella Valera hermosa, el cronista popular Teófilo Maldonado, dice: En el colegio no faltaban las peleas al salir de clases. En una oportunidad de “puro bolsas” se me ocurrió retar a un gordito que pesaba como 120 Kilos. Era todo un “bebecito de elefante” hijo de un famoso panadero. Al comienzo de la trifulca todo estaba a mi favor, mi táctica era golpear y moverme para cansarlo (así me indico otro pendejo que aposto un bolívar a que yo lo derribaría en un abrir y cerrar de ojos).
El muérgano del gordo me estaba cazando, en un descuido me agarro por la mano, me tiro contra el suelo, caí de espalda, en seguida se sentó sobre mi barriga como todo un veterano luchador Japonés. Aprovechando el poquito aire que me quedaba, le grite: “Coño, gordo, me rindo. Me rindo.
La niña castigada
Mi tía Ofelia, cansada de darme palo, decidió que otra forma de castigarme era dejarme en casa vestido con ropa de mujer. Antes de marcharse al trabajo me ponía un vestido de mi tía Rosa. Me quedaba como mandado a hacer, porque éramos del mismo tamaño. Yo no le paraba “bolas” y vestido como una inocente niña salía por calles de La Ciénaga a jugar pelota, trompo y metras. Un día montado en bicicleta, un tío me vio con ropa de mujer, se dirigió donde mi abuela y le dijo: Mira Ramona, decile a Ofelia que no le siga poniendo ropa de mujer a ese muchacho. ¿No ves que cuando crezca puede parar en un gran maricón?
Mamadores de gallo
Estábamos en un grupo de jodedores en una esquina de La Ciénaga, frente a la Casa de la maracucha. En ese momento se aparece la Flaca Consuelo, después de saludar le digo: “Consuelito, así como estas, pareces un húngara. La flaca comenzó a parpadear los ojitos de pura coquetería. Cuando termino de abrir y cerrar los ojos, le complete el piropo diciéndole, “pareces una húngara; un garabato”. No me hablo más hasta el día que su hermana Carmen, le manifestó: “Vos si pareces bien “guara”, no ves que el coño de Teófilo se mete con todo el mundo en Valera: No le pares bolas.
Alquiler de periódicos
Desde muchacho realice distintos trabajos con la intención de entrar al cine los fines de semana. Hice mandados, limpiaba zapatos, repartía volantes en la entrada de los almacenes, vendían periódicos, y acompañaba a mi abuelo Conrado a cargar comida a los parroquianos desde el mercado viejo. Un día cayó un soberano “palo de agua” y quede “abollado” con la venta de periódicos. Decidí “comer el queso” con los tres reales de la venta y deje ese oficio: Hace 60 años, “comerse el queso” significaba; no entregar el producto de lo vendido.
Quienes vendían periódicos teníamos que estar en la corresponsalía u oficina a las cinco de la mañana. A las 6:00 am, cada muchachón tenía la prensa encima de la cabeza y comenzábamos a gritar por esas calles valeranas, el nombre del periódico. Lo que más corrían tenían mayor ventaja; llegaban de primero a sus clientes. Había vecinos sumamente “agarrados” como el “Gordo Goyo” que prefería alquilarlo por una locha (0,12 céntimos).
Fuente: DiarioElTiempo/2015/AlfredoMatheus
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