Gráfica de Nurr.ula.ve
Una de las artistas populares que mayores glorias ha dado a Bocóno. La mujer hacedora de infinidad de obras de arte que andan dispersas por pueblos, de toda Venezuela, como más allá de nuestras fronteras. Hoy, su taller que lleva por nombre “La Voluntad de Dios”, bajo la Santa María. Se marchó Lorenza, la artista que hablaba con los pájaros. Se sentía la mujer más feliz del mundo cuando le llegaba visita. Su humilde casa en Mosquey, Boconó, era la casa de todos. Allí vivió, sonó, luchó y construyó un hermoso legado cultural que dejó a su pueblo.
Lorenza Bastidas, era una artista fuera de lo común, se educó en la Universidad de la vida. A primera vista impresionaba con su navaja pico de loro que siempre llevaba en sus cinturón, sus botas de cuero que no se quitaba ni para ir a misa. Murió Lorenza, dicen que fue la mejor maestra de albañilería que había en la comunidad, trabajando la carpintería, era más que artista.
Hace 55 años construyo su primera obra de arte popular, en una oportunidad, nos contó, “fue un San Antonio”: “El muérgano quedo tan bonito, que me pagaron 7 bolívares”. Lorenza Bastidas, era una apasionada de los santos, perdió la cuenta de las imágenes religiosas que elaboro: “Yo al diablo lo sacudo bien lejos con San Isidro, San Miguel, San Antonio, la Virgen de Coromoto, José Gregorio Hernández y “Mano Chuy”.
Lorenza marchaba a las montañas cerca de Mosquey, observaba detenidamente cada tronco que se atravesaba en su camino. Las nubes eran la fuente de inspiración, antes de comenzar a trabajar determinada obra, miraba fijamente al cielo, allí dibujaba la imagen del santo que iba a tallar. Días después, tenía en sus manos una verdadera obra de arte, que ni ella misma entendía como había salido tan perfecta.
Lorenza, era gran admiradora de Jesucristo: “Como él, hay uno solo, es el hombre más bueno que ha llegado a esta tierra. Cristo nos transmite mucha paz, espiritualidad, tranquilidad. Él es mi gran maestro”. Lorenza Bastidas era sensible como toda artista, amiga de los amigos. Rechazaba la mentira, a las personas falsas e hipócritas las mandaba a “tomarse el agua donde se habían comido el pescado”. A la hora de defender su dignidad de mujer se enfrentaba de tú a tú con cualquiera.
Hace algunos años, hablando de años de corrupción, de políticos más “malos que el agua de yuca” dijo: “Ni adecos, ni copeyanos, ni chiriperos (todavía no habían nacido los chavistas), van a sacar a Venezuela de tanto vainero en que estamos metidos. La plata se la comen los grandes corruptos. Este país se salvara, el día que el Presidente ponga espías detrás de cada encopetado que le firme un contrato de obras”.
Murió Lorenza Bastidas, la mujer que daba unos apretones de manos que hacia cambiar de color a quien los recibía. La eterna artista popular que sentía inmenso orgulloso de tener el mismo signo Leo que acompañaba a Simón Bolívar. En Mosquey la respetaban, la querían y valoraban como leyenda viva del arte popular trujillano. Así era la cuyas obras eran buscadas como “palito de romero” por las instituciones culturales a la hora de una exposición, pero que fueron incapaces de emitir una nota de duelo al conocerse su muerte. ¡Así es la vida! Dice la canción.
Fuente: DiarioElTiempo/2003/AlfredoMatheus
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