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Caminando por las calles de la ciudad, llama poderosamente la atención, la situación de indigencia en que sobreviven hombres y mujeres, algunos de ellos, hasta ayer vivían una vida normal al lado de familiares, así como laboraban en distintas empresas. Hoy comparten el desamparo, el abandono y la exclusión social.
Que cada quien se defienda como pueda
Parece que es la respuesta que el estado venezolano da al problema de indigencia ¿por qué con millonarias sumas de dinero en sus bolsillos poco hacen por estos compatriotas? Alguien me dijo: los gobiernos no se preocupan por los que están más o menos sanos, menos van a meter la mano por tantos trujillanos que deambulan por esas calles como verdaderas “chatarras humanas”.
Otro elemento importante: años atrás los pocos indigentes que habían en la urbe valerana, en su mayoría, eran personas adultas atrapadas por las drogas, alcohol. En la actualidad el panorama ha cambiado, vemos adolescentes y jóvenes en estado de total postración, haciéndole seguimiento a esta situación, hemos encontrado la respuesta: la droga y el alcohol se han juntado para matar el alma y el cuerpo de estos compatriotas que alguien despectivamente calificó de ¡desechables!
Cómo llegar a indigente
Estos venezolanos no obtuvieron mayores estudios, algunos culminaron la primaria, otros, apenas leen y escriben. Conozco de unos pocos que alcanzaron la secundaria. Conocí un famoso periodista y escritor del estado Barinas, deambulando por varias semanas por el terminal de pasajeros de Valera, allí dormía y vivía de la caridad pública, con un grave problema de cirrosis hepática su familia lo rescató y lo trasladó de nuevo a su estado natal, donde fue internado en una clínica para su rehabilitación.
Al hombre indigente le acompaña un pasado de problemas familiares, hogares donde el padre y la madre ya tenían serios problemas de alcoholismo o drogadicción.
Al vivir en condiciones de indigencia, estos trujillanos que en mala hora, cayeron en el submundo de la miseria humana, buscan refugio en cualquier rincón donde puedan protegerse de la lluvia, duermen en las aceras, en las entradas de centros comerciales, muchos de ellos, tienen como alojamiento el viaducto de la Beatriz. Para poder sobrevivir los indigentes acuden a la caridad pública, otros, subsisten recogiendo latas, los más atrevidos, en ocasiones se dedican al asalto a transeúntes.
Meter los pies bajo la mesa
Es el sueño de quien cayó en la indigencia, por aquello de: “barriga llena, corazón contento”. En Valera, lo hacen en el comedor popular Monseñor Mejía, igualmente brinda gran ayuda la iglesia San José, desde hace varios años mantiene un programa de asistencia social donde les facilita alimentación, calzado, salud y un buen baño.
Cómo podemos hablar que somos un país con ética y valores humanos, si unos poquitos de venezolanos no saben qué hacer con tantos y tantos millones de bolívares, mientras miles de hombre y mujeres pasan hambre, entre ellos, los indigentes.
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¿Qué hacer?
- Educar y formar a niños y adolescentes para que parendan un oficio o profesión digna.
- Capacitar los indigentes para que obtengan conocimientos en algún oficio que les ayude a solventar sus necesidades económicas.
- Facilitarles ayuda en su salud mental y emocional.
- No podemos continuar con aquello de: darles el pez, si no, enseñarles a pescar.
Auxilio “Negra Hipólita”
¿Dónde estás que no te veo?, no se siente tu presencia, es el clamor de los indigentes valeranos. En la actualidad hay un novedoso proyecto de la iglesia San José para levantar un refugio para indigentes en el sector Simón Bolívar en La Floresta, los terrenos fueron donados hace varios años, el pero es que hasta los momentos ningún organismo oficial o empresa privada se ha manifestado al respecto.
La calle mata
Y mata en un abrir y cerrar de ojos. Los problemas de salud mental del indigente se van acrecentando, la sociedad va mermando sus fuerzas, los estado depresivos son bestiales, todos aguantan sin recibir ayuda médica alguna, a lo anterior, se suma: la inclemencia del sol y la lluvia, de allí que la calle mata al indigente más rápido de lo que uno se imagina, y no hablemos de muerte física, nos referimos al desecho humano en que se convierten estos hombres y mujeres que cayeron en el infierno de la droga y el alcohol.
Encuentro de indigentes
Para algunos puede parecer una idea loca, pero puede ser llevada a la practica en algún momento, organizar un gran encuentro de indigentes para conocer quiénes son, el origen de su situación, lugar de procedencia, si tienen familia, qué problemas de salud les acompañan, oficio que aprendieron en su lucidez mental.
Si somos capaces de organizar un festival mundial de poesía, donde se gastan todos los millones del mundo, también se puede organizar un encuentro de indigentes, donde podemos compartir entre el dolor y la miseria humana, ricas vivencias de ese sobrevivir entre el bullicio de la calle y la soledad del alma.
Fuente: DiarioElTiempo/2008/AlfredoMatheus
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