martes, 4 de septiembre de 2018

La delincuencia mata más gente que la gripe porcina

Gráfica de abcdelasemana.com

      Los concejales valeranos antes de caerse a piña con el alcalde, la ciudad les agradecería en el alma, que dedicaran esas energías en exigir a los organismos de seguridad mayor eficiencia en la lucha contra la delincuencia. Mientras el gobernador dedica valioso tiempo en pelear y denigrar del escritor trujillano Mario Briceño Iragorry, no actúa con la misma contundencia para detener el hampa desbordada. Igualmente tenemos un Consejo Regional Legislativo, que da pena, no han hecho la primera propuesta en cuanto al flagelo de la inseguridad reinante que hace estragos en distintos sectores de la población trujillana; lo que hicieron con el chofer de la línea popular en la Av. Bolívar de Valera, es más que criminal, es la aberración demencial hasta donde ha llegado la delincuencia.

       Al estado Trujillo le faltan eficientes políticas de seguridad por parte del gobierno regional y nacional, todo nos lleva a pensar que el hampa con el moño suelto le ganó la guerra al gobierno: La delincuencia trabaja parejo, no descansa, no le para a colores políticos ni a posición económica, si usted vive en Caja de Agua o en El Country, arremeten igual, si es escuálido o es chavista, le sabe un carajo, se lo almuerza igualito.

      Y si hablamos de justicia, señores, aquí el cochino torció el rabo, estamos igual o peor que en la cuarta república; un poder judicial donde el olor a podredumbre se siente a lo lejos. Se hace justicia en base a don dinero, ladron o corrupto que tenga buenos billetes, jamás pisa una cárcel, si lo hace, es por poco tiempo. Por billete muchas autoridades judiciales son capaces de vender el alma al propio diablo, vaya usted a la cárcel de Trujillo y encontrará solo a “roba gallinas” gente sin recursos económicos que cometieron uno que otro delito, pero, jamás de los jamases, verá ante sus ojos un “pez gordo” de esos que andan forrados de buen dinero.

Con inseguridad no hay revolución 
      Algunas investigaciones dicen que la criminalidad aumenta en épocas de gran desempleo, de crisis políticas y económicas. Para algunos la pobreza es la madre del delito, y la impunidad es la madre de la corrupción.

      Es caldo de cultivo para potenciar la criminalidad: sobrevivir en hogares donde sobresale la miseria, los servicios públicos por el suelo, servicios básicos en salud poco funcionan, espacios para la cultura, la recreación y el deporte sencillamente no existen.

      Un niño que se levantó en un submundo de carencias materiales y afectivas, va cultivando en su ser resentimiento, odio y sed de venganza. En hogares donde impera el consumo de drogas y el alcohol lo más seguro es que ese muchacho tenga predisposición para incursionar en el campo del delito. Igualmente en familias acomodadas, con ciertos recursos económicos, donde las enseñanzas para el niño y adolescente es ser más vivo que los demás, donde los ejemplos son mal sanos, de allí salen los encopetados corruptos que arrasan lo que encuentran a su paso cuando llegan a la administración pública.

El mal ejemplo de los gobernantes 
      A parte de lo emocional, problemas económicos, la anarquía que vive el país, el mal ejemplo de los gobernantes estimula en ciertas personas tomar el camino del delito: funcionarios que hasta ayer cargaban una bicicleta y a la mujer en la parrilla hoy hacen ostentación de una vulgar riqueza que llora a los ojos de las necesidades y penurias que viven muchas familias pobres. Alcaldes que años atrás andaban en el carro de Fernando “un rato a pie y otro caminando” hoy se pasean por calles de las grandes ciudades en camionetas de quinientos millones de los viejos. Políticos, diputados y funcionarios públicos que caminaban con una mano adelante y otra atrás, en la actualidad viven en urbanizaciones de la terrible oligarquía de la que tanto denigran. El mal ejemplo de los corruptos como que se pega más que el buen ejemplo de la ciudadanía.

      El “hombre marginal” no conoce de normas, sobrevive a la “buena de Dios”. Los valores para él prácticamente no existen, con el “infierno que le ha tocado vivir en la tierra, basta y sobra”. La sociedad para justificar su indiferencia a tan terrible drama social los califica de “desechos humanos”, un perro de raza en nuestra Venezuela revolucionaria vive cien veces mejor que un marginal, si no pregúntele al “huele pega” de la calle 7 con av. 4, ha visto morir a tres hermano gracias “al diablo de la droga”, ¿Y la misión negra Hipólita?, por “los vientos que soplan”, a Valera no ha llegado.

Por el becerrito se amarra la vaca
      Para combatir el flagelo de la delincuencia que le ganó la guerra al gobernador, hay que hacer grandes inversiones en prevención (educación, cultura, deportes, recreación, formación, capacitación de hombres y mujeres trujillanas).

      Sanción y castigo para los corruptos, que paguen sus delitos, estos se transformaran en ejemplos; que el pueblo se dé cuenta que no solo los pobres van a la cárcel.

Fuente: DiarioElTiempo/2009/AlfredoMatheus

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Regresa por más

Anuncios Google