miércoles, 8 de agosto de 2018

Los cerros de Valera eran criaderos de chivos

Gráfica de Youtube.com

       José Leandro Rangel, nació en la acogedora población de la quebrada un 13 de marzo de 1925, dice que no está muy duro porque le está echando vaina la columna. La columna de años qué le hace compañía. Se hizo famoso en la urbe valerana porque fue un señor policía que trabajaba de la mano con la gente desde el año 1958, sitio de operaciones por mucho tiempo fue el viejo mercado de Valera y la turística, comarca de la Puerta, de esa Valera que se marchó para no volver, dijo: 

      Conocí la ciudad cuando ésta era muy pequeña, no habían más de cuatro calles. La plaza Bolívar era el sitio de reunión de sus habitantes, el que tenía su novia hasta allí iba a dar para deleitarse con la sabrosa música de la banda "Bolívar". Las pocas Colinas o cerros que tenían una que otra casa era "Caja de agua" y el cerro la Peineta (frente al hospital Central), las demás colinas eran monte y culebra. Lo que hoy llaman La Floresta y sector el Cementerio eran grandes criaderos de chivos. 

El Gordo Pancho 
       Hace 60 años fue uno de los comerciantes de mayor éxito económico, el hombre no sabía leer ni escribir y se llevaba por los cachos al más talentoso Valerano de la época. El poco comercio que había estaba centrado en las cercanías de la plaza San Pedro. El gordo Pancho era dueño de una moledora de café, una piladora de maíz y una destiladora de aguardiente "Morón".

Valera se quedó sin aceite
        Lo recuerdo Como ayer, dice el veterano gallero José Rangel. El comerciante Pancho se da a la tarea de ir de negocio en negocio y le compró el aceite a los demás comerciantes, a los ocho días nadie tenía aceite en la ciudad, con su viveza de siempre le cambió las cajas al aceite y comenzó a revender el producto, ahí se ganó un dineral a costilla de la carencia de tan importante producto. 

El viejo mercado 
       En la década de los años 60, recuerda Rangel, el mercado ubicado en la Calle 12 con Avenida 8 era un rebullicio de gente comprando y otros vendiendo. El rey de los quesos era Jesús Hernández y Don chico Rangel. En víveres el señor Elías Briceño, quien a la vez era furibundo rezandero, Pedro Urquiola, el único que vendía en la ciudad manteca de tigre. 

       En la cercanía del viejo mercado estaba ubicada la farmacia San Pedro, propiedad Doctor Álvaro, profesional de gran corazón, el pobre que no tenía con qué pagar, le regalaba la medicina, decía qué un "Dios le pague valía más que el mismo dinero". 

Agarren al ladrón 
       José Rangel, manifestó que, al escuchar una ensordecedora gritería en las afueras de su oficina policial, ya se imaginaba de qué se trata va, ratero que era apresado por los mismos comerciantes y gente del común, el sujeto era capturado con las manos en la masa, o sea, sacandole el dinero de sus largos bolsillos a uno que otro agricultor que bajaba del páramo a vender sus productos en el viejo mercado. 

El policía más viejo de la ciudad 
       Yo ingrese a la policía en el año 1958, cuando cayó Pérez Jiménez, participé junto a otros Valeranos en la toma de la Seguridad Nacional (policía de la dictadura), estaba ubicada donde hoy está la sociedad San José, la toma la dirigió el dirigente copeyano Manuel Añez, allí el pueblo entró y se llevó lo que encontró, los detenidos fueron puestos en libertad.

       Trabajé con el más famoso policía que haya conocido Valera en toda su historia, el popular "alma grande", era un hombre alto, de una fuerza que impresionaba, con un solo brazo podía levantar un borracho y llevarlo -para que este pasase la rasca- en la comandancia. La ciudad lo respetaba y lo quería, donde llegaba "Alma grande" y si había algún "alboroto" las cosas volvían a la normalidad.

       “Alma grande” era un excelente consejero, siempre manifestaba: Amigo Rangel, que tratar bien a la gente para que ella nos trate bien a nosotros. 

Honestidad por encima de todo
       Así eran los funcionarios en la década de los años 60, dice el ex Sargento José Rangel. A una persona en estado de ebriedad si era detenido por algún problema y cargaba dinero, se le hacía un recibo y un día después se la entregaba sin que le faltara un bolívar.

       Entré a la policía ganando 300 bolívares mensuales, el prefecto Don Ramón Matheus nos ponía a leer el código civil, el código de policía y nos llevaba la prensa diaria para que estuviéramos informados como marchaba el mundo.

       En una oportunidad, dice José Rangel, detuve un camionero que se quedó dormido de la borrachera frente al hotel Guadalupe y no permitía el paso de vehículos, me hice acompañar por el alguacil Esteban Briceño, cuando llegamos a la estación de policía, encontramos dentro del camión una alta cantidad de plata blanca (mucho dinero), buscamos dos testigos, contamos aquella "bola de dinero" y firmamos todos los presentes.

       A la mañana siguiente cuando el agricultor le había pasado "la pea" lloraba porque pensaba que había perdido tanta plata que le acompañaba, le dije; quédese tranquilo amigo, el dinero está guardado, se lo entregamos, hombre brinco de la alegría. 

       Antes de concluir, José Rangel, sentenció: "Un policía sin el apoyo de la comunidad esta desarmado, es nadie, un cero ala izquierda, en la comunidad está la mayor ayuda para un funcionario".

Fuente: DiarioElTiempo/2008/AlfredoMatheus

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