Gráfica de uvm.edu.ve
Alguien dijo: “El que no sirve para servir, no sabe vivir”, la reflexión es sencilla: Si nos ayudamos, si nos queremos, si vivimos en regocijo, podemos servir y ayudar a los demás. Si algo hay que reconocer a la Escuela de valores y liderazgo de la UVM es ese espíritu de grandeza para el servicio, para construir con la gente toda le cause bienestar, potenciar procesos de desarrollo humano entre los valeranos.
¿Qué hace que la escuela de valores mantenga esta llamada prendida para servirle a la ciudad sin contar con los millonarios recursos que muchos entes oficiales les acompaña y no se les ven los resultados?, la respuesta podía ser que como humanos estamos aquí para servir, si no existe esta convicción de servir a los demás los resultados en las cosas que hacemos van a ser demasiado pobres.
El valor de servir tiene mayor transcendencia que el dar, cualquier persona puede deprenderse de lo que le sobre y dársela a otro, pero el servicio es poner nuestra persona en ayuda hacia los demás, es sentir que nuestro ser al ayudar al otro se transforma en un mismo ser.
No hay manera de ser feliz si no es sirviéndole a los demás, no hay manera de sobrevivir en algarabía y paz sino ayudando a otros. Lo dijo el sabio Tagore: “Dormía y soñaba que la vida no era más que alegría, me desperté y vi que la vida no era más que servir y servir era alegría.
Otro gallo cantaría, si los grandes líderes políticos y gobernantes regresaran a su gran misión de servicio; nuestra ciudad, nuestro querido Trujillo, sería otro. En esa alocada carrera de servirse de la gente, de aprovecharse de los trujillanos, hoy vemos las consecuencias: Una región golpeada por los cuatros costados, las mayorías sufriendo todo tipo de calamidades, mientras unos pocos se enriquecen y llenan sus bolsillos.
Fuente: DiarioElTiempo/2011/AlfredoMatheus
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