sábado, 20 de octubre de 2018

Los seres humanos podemos cambiar el dolor en satisfacción

Gráfica de vanguardia.com

       Parece que la gente sufre más de lo que uno se imagina, vivimos luchando contra la corriente, hablamos de revolución y transformación política, pero pocas veces hablamos de cambio personal, de transformar una vida mediocre, de dolor emocional, de vacío espiritual, por una vida de bienestar, tranquilidad y armonía para nosotros y los demás.

      La pregunta de “las mil noche”: ¿por qué si ocupamos el tercer lugar en Venezuela donde hay mayor cantidad de suicidios: los entes oficiales, privados, comunidades, no se preocupan por estos compatriotas que en mala hora decidieron acabar con sus vidas? 

      Si en otros países mas pobres, hay programas de salud y prevención para ayudar al potencial suicida, en Trujillo, el mensaje es: “sálvese el que pueda”.

      A través de este espacio de comunicación popular queremos compartir con los lectores, la experiencia de la destacada psico-terapeuta Polly Young, quien vivió en carne propia el dolor emocional y mental a lo largo de su vida. 

      Hace 25 años, a la mayoría de los psicólogos les hubiera parecido una verdadera locura, que a partir de una infancia traumática se puede llevar una vida adulta plenamente normal y funcional, antes la idea predominante era de que este tipo de personas aunque pudiera parecer satisfecha por fuera, aunque pareciera tener éxito en los negocios, en los estudios, eran infelices por dentro y también hacían infelices a los demás. La teoría era que los traumas de la infancia jamás se podían reparar, que había cicatrices difíciles de borrar. 

       Ahora sabemos que esto no es así. Algunos niños han transformado el dolor sufrido en la infancia, han sabido extraer de él regalos y experiencias que han conservado a lo largo de toda su vida. O como en mi caso, el hecho de haber sido testigo durante la infancia del dolor familiar, ha derivado en una gran capacidad para comprender y ayudar a los demás, y es lo que me ha llevado a ejercer como psicoanalista.

Gráfica de elpais.com

Conoció el infierno
       La famosa activista social y ecologista Joanna Macy valora la adversidad y el dolor de su infancia, si quejarse de que esta no fuera lo más feliz: “solo los seres humanos podemos sufrir de la forma en que sufrimos, y solo los seres humanos podemos cambiar el dolor. Se puede cambiar en la medida en que podemos evolucionar hacia un mayor grado de conciencia y crecimiento personal”.

      Cualquiera que verdaderamente trascienda el sufrimiento de una niñez difícil, y se esfuerce por cambiar el mundo para mejorarlo, habrá comenzado a transformar la adversidad, le habrá dado un giro de 180 grados a su vida. Y de estas personas todas tenemos mucho que aprender.

Despertar espiritual 
      Dice Polly Young, es una gran ayuda parta encontrar un sentido al sufrimiento y dolor, y mayor efectividad trae si lo unimos a la esperanza de que hay un mañana mejor por venir, así como la ayuda a los demás. Igualmente dar sentido a lo que está sucediendo. Creer que podemos hacer frente a la situación. Y lo más importante: no perder el entusiasmo, la raíz de entusiasmo es “en Dios”.

       Veo el sufrimiento como un puente a través del cual es posible conectarnos con el mundo y con las otras personas. Aquí es donde se encuentra el más poderoso sentido de pertenencia mutua. El sufrimiento de todos nosotros es común. Si alguien piensa que sufrir es algo privado, personal entonces necesita abrirse y experimentar el sufrimiento de los demás. Es a través de nuestro dolor que podemos perfilar una visión más amplia de quienes somos.

       Dice Polly Young, la desesperanza es la perdida de esperanza, de la fe y de la confianza. Cuando se lleva al extremo, a veces termina en suicidio.

       El resentimiento: es la amargura que surge cuando una persona se siente herida, se interpone en el camino de amor.

       La envidia: es una forma de odio basada en la sensación de no contar con los recursos que se desean o se necesitan. Es el deseo de una persona de destruir aquello que tienen los demás, porque cree que el nunca podrá poseerlo.

        La autocompasión: es una forma corrompida de la verdadera compasión por los demás. Al sentir pena por uno mismo concentramos nuestra atención en aquello que hiere. Genera sufrimiento y negatividad.

       Finalmente Polly Young destaca: el dolor en sí mismo, aunque consume mucha energía es soportable y a menudo transformador. No basta con ver algo y entenderlo, puede tener valor par a uno mismo, pero descubre que el valor de este conocimiento aumenta cuando lo compartes con alguien. A menos que lo comuniques a los demás, no habrá oportunidad que el conocimiento adquiera el máximo sentido. Me siento muy agradecida hacia la gente que compartió el dolor conmigo y me ayudó sin pedirme nada a cambio. Ahora veo que el objeto de que yo esté en el mundo es ayudar a los demás. 

Fuente: DiarioElTiempo/2008/AlfredoMatheus

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