jueves, 28 de junio de 2018

Valera llora a Isabel

Gráfica de Laredonda.org

       Quien no conoció a Isabel en la ciudad de Valera, no sabe de solidaridad, porque Isabel fue un rio desbordado del más profundo amor a la humanidad. Su generosidad era sencillamente ejemplar, calle arriba y calle abajo la veíamos con su bolsa de pan caliente compartiendo con los indigentes. Ni la “Misión Negra Hipólita” repartía tanta generosidad.

     Quien no conoce de servicio al prójimo jamás pudo comprender el alma amorosa de Isabel, porque ella era “puro corazón” a la hora de brindar ayuda a la ciudad. En el momento en que la entrada del hospital central estaba de lo más sucia, llegaba Isabel, agarraba una escoba y en menos de lo que canta un gallo aquello quedaba de lo más bonito.

     En las horas “pico”, cuando el transito varano se pone “más pesado que un collar de bolas criollas” se hacía presente Isabel con su pito sonoro y hacia magia; ponía a circular los vehículos, el respeto de los choferes por tan digno personajes los transformaba y su “loquera” de automovilistas desaparecía por momentos solo por ver feliz a Isabel, poniendo orden ante tanta anarquía vehicular.

     Quien no conoció a “Isabel” se perdió la excelente oportunidad de disfrutar” la alegría de vivir”, porque ella; madre, abuela y esposa, siempre le acompañaba una sonrisa angelical que contagiaba al ser más indiferente.

       Jamás la vi de mal carácter o quejándose de la vida. Su extraordinario sentido del humor hizo ganarse la simpatía de todo un pueblo que la quería, la amaba y la respetaba.

       Como gozaba Isabel riéndose por esas calles a carcajada suelta, risa que contagiaba a quien se le acercaba, todos querían estar a su lado. Su sola presencia era como un bálsamo que aliviaba cualquier malestar del prójimo. Ella sola, sin pensar en el que dirán, reivindico el más sagrado derecho humano: reír de oreja a oreja.

      Isabel, no tendrían riquezas económicas, pero, Dios le dio la oportunidad de alimentar en su ser otras mayores riquezas: grandes sentimientos de amor y servicio. Su sencillez de mujer de pueblo.  Su aliña campesina que trajo de esos paramos de Boconó para cantarle desde el amanecer de cada día a la comarca que la cobijo, le dio abrigo y la acepto como “hija adoptiva”.

     Hoy me siento regocijado de encontrarme entre sus amigos. La conocí en aquellas inolvidables noches de cultura popular que organizábamos en la plaza Bolívar de Valera. “Isabelita” jamás se perdía un acto musical, gozaba a lo grande con expresiones artísticas de nuestra comunidades; bailando y zapateando como recordando sus tiempos juveniles en su lejano Tostos.

Fotografía de Isabel. Obtenida por sus familiares

Como olvidarte Isabel
     Con tu partida se nos va un pedazo  de ternura. Con tu alma de niña ayúdate a sensibilizar la dureza de nuestras calles. Ya no volvemos a escuchar aquellos sabios refranes que no sabemos en qué viejo libro de primaria lo aprendiste y que contenían mucha sabiduría para dar respuestas al trajín del diario vivir. De Elizabeth, tu nieta, conoci que en Bocono, en el sector “Villa Rosa”, te recuerdan con inmenso cariño, porque fuiste la mejor partera que conoció este terruño. Para ti no había distancia, ni hora, ni obstáculo al momento en que alguien tocara la puerta de tu casa, para que ayudaras en el parto del muchachón que venía en camino, hoy, muchos de ellos, profesionales de la república.

     Un hasta siempre y que descanses en santa paz: mil gracias por tantas anécdotas que construiste por esas calles de Dios. Por tus cantos de esperanzas que a partir de las 6 de la mañana la ciudad comenzaba a disfrutar. Por contagiarnos con esa alma generosa, solidaria y amorosa que jamás olvidaremos.     

Fuente: DiarioElTiempo/2011/AlfredoMatheus

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