domingo, 10 de junio de 2018

El Hombre del Anillo

“Los milloncitos que van a entrar por la guerrita entre Estados Unidos e Irak 
deben servir para calmar el hambre a tanta gente pobre”. 

LOS PREMIOS QUE NO QUITAN EL SUEÑO
      Antonio Fernández, mejor conocido como “El hombre del Anillo”, nació en el caserío “El Corozo” del municipio Escuque un 24 de mayo del año 1927. Es el primer escultor ingenuo que ha parido Venezuela, según Juan Calzalilla. Para otros es uno de los más grandes artistas populares que haya producido los Andes venezolanos, en el presente siglo.

      Hace pocos años el Consejo Municipal de Escuque lo declaró hijo ilustre como fiel exponente del arte y la cultura. La Universidad de los Andes le rindió un homenaje por sus valiosos aportes al arte popular y por su invalorable trabajo artístico en el beneficio de nuestros valores tradicionales. Y “El hombre del anillo” continúa con su sencillez de siempre allá en Carvajal, en la avenida principal de la casa número 34. Al lado de gallos y gallinas y pájaros que le sirven de compañía.

      “Esos animalitos son muy bullosos pero le dan alegría a uno en momentos de soledad. Cuando nos invitan a otro estado a cualquier exposición todo se convierte en calvario al sólo pensar que dejo a mis animales solitarios”, nos dice.

“El trabajo artístico del hombre es sagrado, nadie tiene 
autoridad para decidir lo que es bonito o feo, lo que sirve o no”.

      Román Fernández, el padre del artista fue famoso albañil en Escuque. Echaba unos pisos y frisó unas paredes que pocos lo igualaban. Sus manos eran mágicas para trabajar el cemento. 

      Antonio Fernández es todo una leyenda, hablándonos de sus vivencias, de su labor creadora nos dijo: “tendría unos cuatro años cuando murió mi madre Ana Franco. Ese es un golpe muy fuerte. No hay palabras para expresar el sentimiento de impotencia y dolor que siente un niño cuando ve morir a un ser tan querido. Allí se va parte de nuestra vida”.

      “Mi primera obra la hice en el año 1949. Recuerdo que se me presentó como una sombra. Era una madre con su hijo. Aquello me impresionó tanto que decidí llevarla a la escultura, la hice cemento, cabilla y arena. Días después llamé a dos amigos y vecinos para que apreciaran lo que había hecho, pero la decepción fue grande cuando me respondieron: Antonio, no seas pendejo, no estés perdiendo el tiempo en esas mariqueras”.

      “Esta primera obra la doné al liceo Rafael Rangel, nunca fueron a buscarla. Un día amanecí con el apellido atravesado, medio violento, agarré una mandarria y la hice pedazos. No se me olvida la oportunidad en que llevé al viejo mercado de Valera unos muñequitos que había elaborado a base de cemento. Los tenía exponiendo donde estaban las frutas cuando llegó el regidor y me dice: Le doy 5 minutos para que desaloje este lugar, el mercado no es sitio para venir a vender tonterías. No me quedó más remedio que agarrar aquellas figuritas y marcharme a casa. Estábamos en plena dictadura y había que morir callado".

       Corría el año 1962, vendiendo frutas y verduras en el mercado, se acerca un señor con pinta de poeta, me mira el anillo de piedra y pregunta: ¿Usted es el artista que protesta agarrando a martillazos las obras?. El mismo, le contesté. Hicimos una gran amistad. Era el escritor y médico Carlos Contramaestre. Este nos organizó una exposición en Caracas en la galería “El techo de la ballena”. Hasta los pedazos de la obra que había destruido nos llevamos para la capital. Y nada trajimos porque todo se vendió.

Antonio Fernández “El Hombre del Anillo” 
El más grande escultor popular que tiene Venezuela. 

       “De ahí en adelante valoré más lo que hacía. Continué exponiendo en la Universidad Central, Museos de Arte Contemporáneo, Universidad del Zulia. Lo que nunca he compartido son los premios para los artistas que exponen. A mí los premios no me quitan el sueño. Los premios son pura pérdida. El trabajo artístico del hombre es sagrado y nadie tiene autoridad en la tierra para decidir lo que es bonito o es feo, lo que sirve o no. Donde hay premio no participo”.

        “Vale más el aprecio que le tengan a uno que cualquier premio. Hace pocos meses la Universidad de los Andes organizó un homenaje a Josefa Sulbaran y mi persona. Esas son cosas que uno agradece para toda la vida y tienen mayor valor que todos los miles de bolívares que pueda acompañar cualquier premio”.

      “Esos milloncitos de bolívares que dicen que van a entrar al país por la guerrita entre Estados Unidos e Irak deben invertirlos en comprar medicinas para los hospitales, darle comida a miles de venezolanos, construirles viviendas a tanta gente pobre que habita en los cerros. Esos reales no pueden ir a parar a los bolsillos de los banqueros, de los corruptos que son los que han llevado este país a la ruina económica”. 

        Este es y seguirá siendo Antonio Fernández “El hombre del anillo”, el artista del “Corozo”. El creador que hace 40 años trataron de loco por las cosas que hacía y hoy es el más destacado escultor popular que existe en Venezuela, para orgullo de los trujillanos. 

Fuente: DiarioElTiempo/1990/AlfredoMatheus

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