miércoles, 13 de junio de 2018

Alfonzo Valero


Fui un Niño de la Calle
        En Venezuela el tema de los niños de la calle es de nunca acabar. Es uno de los problemas más sensibles para todos los gobiernos habidos y por haber. "Uno recoge lo que siembra; cuando comiencen a vivir tempestades familiares o enfermedades, no le echen la culpa a “Otros”.

        A través de este espacio de comunicación popular, queremos compartir con los lectores, las vivencias de un personaje que bautizaron “El Sarnita”, su nombre de pila es Alfonzo Valero, y para quienes piensan que es imposible salir del mundo del alcohol, aquí está su testimonio, uno de los más famosos, ex-niños de la calle, en la comarca valerana.

       A los 8 años me refugié en la calle, recuerdo a un familiar que me daba cerveza en un vasito de tomar café… Ese familiar del que hablo, era alcohólico, comencé a acompañarlo por calles y avenidas.

         A los 11 años tuve el primer contacto con el basuco y otras drogas. Me volvía “Loco” hacía cosas verdaderamente infernales… dormía en el suelo, allí los escalofríos me ponían a temblar como “perro recién bañado”. Llegó un momento en que no podía levantarme. En las cercanías del mercado viejo, un grupo de comerciantes de buen corazón se dirigieron al cuerpo de bomberos para informarles de la terrible situación que estaba viviendo, varios efectivos se presentaron y me trasladaron a emergencia del Hospital del Central de Valera, allí me dijeron: Usted tiene cirrosis hepática, o deja de beber, o no comerá pescado en Semana Santa.

       Tres meses duré hospitalizado, los médicos le infirmaron a la familia que se prepararan para lo peor. Mi familia ya había comprado el cajón. Me le escapé a la “pelona” por un pelin.


Palizas van Palizas vienen
        Después que abandoné el hospital, las ganas por beber eran bestiales, era como si el “diablo del alcohol” se metiera en mi cabeza, no había forma de detener aquellos intensos deseos por consumir cocuy.

       Nuevamente volví a consumir alcohol, a pesar que estuve a punto de mudarme para el cementerio. Me fui deteriorando física y mentalmente, no me bañaba, la putrefacción era horrible, llegaba donde un vendedor de arepas de esas que llaman “mata perro” y el arepero me las daba desde lejos, otros me sacudían del lugar porque los clientes salían despavoridos al notar las condiciones en que estaba…

       En horas de la madrugada, la policía me daba unas bestiales palizas, en el retén del El Cumbe ya no me recibían por el deterioro físico que cargaba. En el mercado viejo la gente pasaba unos metros más allá para no encontrarse con el famoso “Sarnita”.

       ¿Qué pasa dios mío? ¿Por qué me sucede esto a mí? Llegué a preguntarme en algunos momentos. Una mañana un grupo de evangélicos se acercaron al lugar donde me encontraba durmiendo, me hablaron de un Centro de Rehabilitación en Betijoque, me levantaron, me introdujeron en un carro y allá me llevaron.

       Allí la mano piadosa de una mujer, Marilú Ramos, me brindó todo tipo de atención: curaron mis heridas, me bañaron por primera vez en muchos meses, recuperé bastante mi estado de salud.

      Un día se me metió en la cabeza, la obsesión de tomar alcohol, me fui de ese lugar, y nuevamente volví a las calles valeranas buscando a los “canapiales” para que me brindaran un palo de amargo cocuy…


Alcohólicos Anónimos Salvó mi Vida
       A lo largo de 25 años sobreviví en el infierno del alcohol, esa experiencia tan dolorosa no la deseo a nadie, es algo que te quema el alma y te deja como un “cascarón vacío”, uno no se suicida por puro miedo pero poco a poco “Don Alcohol” nos va matando.

        Sería de tanto pedirle ayuda a Dios, así como las oraciones de mi querida madre, un día se me acercó un señor que se identificó como miembros de Alcohólicos Anónimos, me dio testimonio de la vida desastrosa que vivió con el alcohol, esa historia me motivo y decidí buscar ayuda en AA.

       Una noche fui a Alcohólicos Anónimos con mi mama y mis hermanos. Esa reunión de terapia me marcó, me ayudaron a transformar mi vida, me brindaron su mano amiga. Jamás me calificaron de borracho, vagabundo, perdido, me dijeron que yo era un enfermo que necesitaba ayuda, que no era ningún bandido.

       Por la bendición de Dios hoy soy otra persona, no he vuelto a beber una sola copa de licor, tengo una hermosa niña que es la razón de mi existencia. Mi madre hoy duerme más tranquila.  

       En Alcohólicos Anónimos aprendí a vivir el día de hoy. Esta enfermedad no tiene cura, pero Dios en primer lugar, y Alcohólicos Anónimos, me ayuda a llevar las cargas de la vida diaria con más tranquilidad.

       Cualquier información para aquellos interesados en comunicarse con la comunidad de Alcohólicos Anónimos pueden hacerlo por el 0416-2679950


Fuente: DiarioElTiempo/2006/AlfredoMatheus

1 comentario:

  1. sabes que Orar puede Detener las Peores Tempestades por mas mal que estemos no hay que parar la oración solo en la oracion esta la victoria a todas esas pruebas que nos pone Dios antes del fruto

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