martes, 20 de noviembre de 2018

Por aquellos tiempos

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       Cuando mis vecinos de la popular calle 14 dejaban sus vehículos en la calle en horas de la noche y no les robaban ni un bombillo. En los barrios la gente tenía sus gallineros, las aves se paseaban en la callen como “Pedro por su casa”, y nadie le robaba una gallina al vecino. 

       Los robos en los buses no se conocían;  los parroquianos que salían cansados del trabajo se quedaban dormidos, el busetero tenía que despertarlos con el grito guerrero: “Llegamos al llegadero”. Del sicariato que nos llegó como regalo, nadie habla. 

      Los fumones de marihuana se podían contar y sobraban dedos. Algunos delincuentes eran hasta de buen corazón, repartían parte de lo robado entre la gente más pobre del barrio. En Valera conocí varios “Robín Hood” que les llevaban bolsas de comida a los ancianos que estaban pasando el hambre hereje.

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Pegan el grito al cielo
      Cuando en Venezuela maten o secuestren a algún personaje famoso: políticos, empresarios, diputados, familiares de un ministro, un grandes liga de béisbol, todo mundo comenzará a darse “golpes de pecho” ante el problema de inseguridad hablan con una amargura y preocupación pero, si matan a “Juan pueblito”, gobierno y oposición se hacen los pendejos, como si mataran a “Don nadie”. 

       Decir que el problema de inseguridad no tiene solución, es más peligroso que “un mono con una hojilla” es darle más fuerzas a la delincuencia. Si han podido los chilenos, los colombianos, los cubanos, por qué nosotros no podemos. ¿Qué se esconde detrás de toda esta situación?

Fuente: DiarioElTiempo/2012/AlfredoMatheus

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