lunes, 30 de julio de 2018

La Cienaga: 63 años de remembrazas

Gráfica de ismaelmedinalima.co

       Mi vecina comunidad de la Ciénaga, arriba a 63 años de su fundación. Muchos recuerdos han quedado lo largo del camino. Gente trabajadora a dado renombre al sector. Con sudores se levantó la barriada. Hoy sus habitantes comparten bellas añoranzas de tan ameno sector valerano.

       Las empanadas de Ramona Montesino eran para comer a reventar. Los visitantes del Mercado Municipal desgastaban aquellos sabrosos y gordiflones pasteles que alguien bautizaría como “ruedas de camión” La placita de la Cienagantes era un parque infantil donde se divertía la muchachada. Una madrugada cualquiera, el parque desapareció, un grupo de zagaletones se llevaron para sus casas el sube-baja, los columpios, la ruleta, gracias a los sabuesos policiales de la época; todo apareció, los rufianes fueron detenidos y los mandaron a inaugurar el albergue de Carmania.

Ladrón y policías
     En aquella Ciénaga se hace 60 años, luego de asistir a clases, las calles se llenaban de niños y jóvenes que disfrutaban jugando el fusilado, las cuarentas matas, ladrón y policía, otros, gozaban dándose un buen baño de agua en la Quebrada de Escuque. Los policías “Águila Negra” y “Mil ochocientos” eran los encargados de poner orden en el lugar. Los muchachos le temblaban. Cuando alguien gritaba: ahí viene el “Águila”, había que correr duro para no parar en el albergue de Carmania.

Iglesia San José de la Cienaga
Gráfica de iamvenezuela.com

La rokola de cristiano
       De aquella Ciénaga que se fue, quedan gratos recuerdos de la rokola del señor Cristiano, por un bolívar, los bebederos de cañadonga escuchaban cinco discos con la música de Julio Jaramillo, Javier Solís o el tiro “Los Panchos que hacían llorar  a más de un empedernido con cañero” Los enfermos tenían a Ramón Torres a su “ángel de la guarda”, las 24 horas del día Don Ramón estaba listo para zumbarle una inyección por la nalga al más verraco. Algunos dicen que tenía “mano de seda”, pues, la “ampolletas” como decían los abuelos; no dolían, otros pegaban el grito al cielo.

Abajo los adecos
       Los parroquianos todos los días del mundo jugaban a la lotería de animalitos. Si soñaban con un burro era porque iba a salir la paloma. Si el sueño era una pelea con la suegra, lo más seguro; salía el perro. Con 10 bolívares cualquier  vecino se ganaba 100 bolívares (el sueldo de un mes para ese momento).

       “Benedicto” se metía unas rascas bárbaras. Cuando estaba más prendido que “Tabaco de bruja” le daba por gritar a todo pulmón “Abajo los adecos”, “Adecos muérganos, dejen de robar” La barriada quedo fundada en el año 1952 en plena dictadura Jimenista. En 1962, con el apoyo de monseñor Cardozo, quisieron cambiarle el nombre por San Francisco de Borjas, la cosa no funcionó. Eternamente quedo: La Ciénaga.

La Ciénaga de siempre
     Tenemos que retomar los valores humanos que acompañaron a los primeros habitantes: amor al trabajo, responsabilidad, honestidad a toda prueba, solidaridad con el que necesitaba ayuda, valores que debemos sembrar en nuestros hijos. Alegría sentimos los que disfrutamos aquella Ciénaga de algarabía, paz, tranquilidad, sin odios, ni resentimientos, de ayuda mutua entre el vecindario.

Fuente: DiarioElTiempo/2015/AlfredoMatheus

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