martes, 29 de mayo de 2018

Trujillo se alumbraba con faroles

Fachada original de la Catedral de Trujillo
Gráficas de Cadena Capriles

      La ciudad de Trujillo cumplió 455 años (09 octubre) de su fundación. Mucha agua ha corrido por debajo del puente. Ha vivido épocas de oro en cultura, en arte, en paz familiar y social. En la actualidad parece que “el cochino torció el rabo” Dice mi amigo Alí Medina Machado que hasta los gobernantes cambiaron; antes entraban por la puerta principal de la gobernación y saludaban a “Raimundo y todo el mundo”, ahora, el gobernador entra por la puerta de atrás para evitar a la gente.

      Como estará la cosa de “peluda “que muchos trujillanos no conocen ni al obispo, antes, los altos prelados se paseaban por calles de la capital, en estos momentos como que se “enconcharon” en el Seminario Mayor”Así son las cosas”, diría el difunto Oscar Yanes, conocido en el mundo de las crónicas caraqueñas como “cabeza de chivo”.

NO TODO ES AYAYAY
      En los 455 años de la ciudad de Trujillo, no todo es malo, tenemos que resaltar el lado positivo, sino, nos llevan “los pájaros negros” con tanta lloradera. Hoy queremos compartir con los lectores de ¡Domingo con lo Nuestro! algunas anécdotas de la ciudad capital, especialmente de “La Alameda Ribas”, donde sus habitantes facilitaron a este columnista hermosa vivencias de ese Trujillo de antier.

EL BALCÓN DE TRUJILLO
      Con este nombre es conocido “La Alameda Ribas”, comunidad ubicada detrás de la catedral, lugar privilegiado donde sus habitantes aprecian todo el casco central de la capital. Sus primeras casas fueron construidas de palma y bahareque. Su nombre se dice proviene de “álamos” árbol originario de Chile y de ahí lo de Alameda.

 EL POPULAR "SACA CLAVOS”
      Pablo Villarreal fue un eterno enamorado de Trujillo. No podía  ver una mujer bonita porque se le volvía “agua la boca”. Jamás se perdía un entierro conociera o no al muerto que se marchaba a “otro mundo sin colas”. En todo sepelio portaba un sonoro pito y una cruz que le acompañaba como manifestación de duelo. “Pablito” guiaba el cortejo fúnebre hasta el cementerio El Buen Pastor. Cuando algún automovilista se atravesaba; hacía sonar su pito, y de nuevo el camino quedaba despejado para que el difunto llegara a la tierra prometida.

ELIMINADO POR DIARREA
      “Raulito” fue un conocido fotógrafo. En su juventud fue amante  del ciclismo. En una competencia, antes que dieran la partida, se comió un soberano plato de arvejas, alguien le dijo que le daría muchas energías y llegaría de primero, pero los resultados fueron desastrosos; comenzó a  expulsar por el trasero las populares alverjitas siendo eliminado por fuerza mayor; llámese “cagazón”.

 ALUMBRABA LA OSCURANA
      Ese fue el noble trabajo de Juan Bautista Figueroa, corría el año 1.900, lloviera y tronara, prendía los faroles del alumbrado público de la plaza Bolívar y la calle Independencia. Luego de echar un buen camarón y dormir a cuerpo de rey, al amanecer del nuevo día, el veterano Juan regresaba a apagar las luces que alumbraban a los parroquianos en aquellas noches de luna.

CARTERO A LOMO DE MULA
      Estanislao Vásquez es eso que llama todo un roble de hombre trabajador. Fue uno de los primeros carteros que conoció la comarca. A lomo de mula llevaba las cartas de Trujillo a la ciudad de Mérida, sobreponiéndose a lluvias, truenos y centellas. Como el dinero no alcanzaba para alimentar a los muchachos, Estanislao se rebuscaba vendiendo chivos gordinflones.

FIESTA PARA AMANECER
      Aquel Trujillo de ayer en nada se parece a lo que hay en la actualidad. Sobresalía el “buenos días”, ¿Cómo amaneció la doñita?, ¿Para qué somos buenos? La gente  gozaba haciéndole el bien a los demás. Hasta los políticos eran buena gente, sacaban algún dinero de sus bolsillos para que algún pordiosero metiera los pies bajo la mesa. Diciembre era de algarabía, echar una canita al aire, bailar hasta el cansancio. Para anunciar la primera misa de aguinaldos, los choferes de la primera  Línea de Transporte que existió (La Tica) salían en caravana a recorrer el poblado, el bullicio era de Señor Mío. Miles de caramelos eran lanzados para que la gente se endulzara la vida.

       Las misas de aguinaldos servían de reencuentro, después, venía la fiesta mayor con música decembrina ¡Y colorín, colorado, hasta aquí hemos llegado! Un Dios le pague a la gente de la Alameda Rivas por la información aportada.

Fuente: DiarioElTiempo/2018/AlfredoMatheus

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